martes, 20 de enero de 2015

Economia Feminista

No, no estoy mezclando churras con meninas, por mucho que les pueda parecer a muchos, algún compañero de blog entre tanto. Y no, tampoco se trata de un grupo de mujeres que buscan mejorar su situación en el marco laboral o en el académico. La Economía Feminista es un término que se creó en la década de los 90 y que va un poco más allá.

Tanto los defensores del sistema actual, como los que puedan ser más críticos con el mismo y situarse más cerca de las ideas marxistas, mantienen un histórico debate sobre el modelo económico ideal. Se debate sobre la cantidad de participación estatal, sobre las variables del mercado, sobre política fiscal o sobre política monetaria. Pero nadie levanta la cabeza para obtener una perspectiva un poco más amplia, una perspectiva que permita una visión más allá de este marco mercantil. Y el problema viene cuando estas visiones económicas tienen pretensión de ser reflejo de toda la realidad, pues éstos se olvidan siempre de los procesos fundamentales para la reproducción social y humana.

Fue en la época de la primera industrialización, cuando como consecuencia de esta visión mercantilista de la economía, se creó una idea restringida del concepto trabajo. Este término quedaría  reducido  al trabajo que se realizaba en el mercado, al que obtenía una remuneración. Es así como llegamos a una sociedad con una dualidad en cuanto a espacios: uno público para el hombre con poder, reconocimiento y trabajo remunerado y otro privado para la mujer, domestico, sin remuneraciones ni reconocimientos, casi invisible. El ocultar estas labores domesticas que se hacen en el espacio privado conduce a una exclusión hacia la mujer.

Lo que la Economía Feminista pretende es superar estos prejuicios masculinos y patriarcales, pues distorsionan la realidad económica. Esta teoría cree que las labores domésticas y trabajos no remunerados, tambien llamados trabajos reproducctivos, son la base necesaria para que se puedan realizar aquellos en los que se produce y se obtiene remuneración económica.

La imagen del iceberg de la derecha
explica muy bien esta idea. La visión que el conjunto de la sociedad tiene de la economía seria la parte de arriba del iceberg, la que es más visible, la que sale del agua. Es en esta parte donde se realizan las actividades que consideramos productivas, donde el mercado funciona y se producen intercambios monetarios.

Pero debajo de este trozo que vemos existe otro que es el que permite que el de arriba se mantenga fuera del agua, donde todos lo podamos ver. Será el marco donde se realizan los trabajos que no obtienen remuneración, será  el espacio privado de  los hogares. La economía Feminista reivindica que el camino para llegar a una igualdad de género pasa por crear una visión de la economía que abarque la foto entera del iceberg,  y no solo la parte que se sitúa fuera del agua.

Esta ideología supone una confrontación con los objetivos de la economía convencional, pues plantea poner en el centro de la economía la reproducción y la consecución de una vida digna, en lugar de la maximización de beneficios o la satisfacción del consumidor. Es decir, desplazar del centro a los mercados y situar aquí a las personas, pretendiendo con esto que la vida continúe en su dimensión humana, social y ecológica.

Y precisamente el trabajo fundamental para que la vida continúe será el de la reproducción y que va mas allá de las tareas domesticas como cocinar, limpiar o hacer las compras o el cuidado de niños, mayores o enfermos.  Tambien se ha encargado de proporcionar un equilibrio afectivo y emocional necesario para los familiares, capacitándolos para las tareas productivas o no productivas que después han realizado.


De la mano del reconocimiento de la necesidad que tenemos de recibir cariño y cuidados, esta la idea de la dependencia.  La sociedad capitalista patriarcal le da una connotación totalmente negativa a ésta, que será solo para los niños, ancianos o para los enfermos y fracasados. Nos han vendido un modelo a seguir, el homo economicus, que será ese hombre racional e independiente. Y sin el reconocimiento de esta dependencia jamás se entenderán los cuidados como un aspecto social y político al que hay que dar respuesta entre todos. Seguirá siempre siendo una tarea  vinculada al espacio privado doméstico y sin reconocimiento que antes comentaba, y  de la que, por supuesto, se seguirá encargando la mujer.

Para acabar, una de las estrategias que la Economía Feminista tiene para la visualización de los trabajos no remunerados es darles un  supuesto valor equivalente en el mercado, para que el homo economicus  pueda entenderlos. Así pues aquí van algunos datos: el montante de trabajos de cuidados no remunerados que se realizan anualmente en el estado español equivaldría, en número de empleos a tiempo completo, a 11,4 millones De esas horas, el 81,1% son realizadas por mujeres. Podéis empezar a calcular el valor monetario de estas labores ;-)

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