miércoles, 14 de octubre de 2015

Gastando en felicidad

“Y dijo un Rey, que el dinero no da la felicidad
Y yo digo que es una sensación tan parecida
Que por mucho que lo intento, haga sol o sople el viento
Esté llorando o esté contento, no logro diferenciar.”


Andaba Melendi allá por el año 2006 cantando estos maravillosos (¿?) versos, ironizando sobre lo que un supuesto rey (y mucha gente) defiende; y es que el dinero no da la felicidad. Yo, que soy muy fan de Melendi (¿?), soy totalmente de su opinión. El dinero SÍ da la felicidad.  Y vosotros, qué pensáis, ¿ser ricos nos hace más felices?



Esta misma pregunta se hicieron Elizabeth W. Dunn, Daniel T. Gilbert y Timothy D. Wilson, tres académicos norteamericanos en 2010. Y sobre ello escribieron para publicar el paper titulado “If Money Doesn’t Make You Happy Then You Probably Aren’t Spending It Right”. Si el dinero no te hace feliz, es que probablemente no lo estés gastando correctamente. Y es que la clave no es el cuánto, sino el cómo. Y sí, queridos lectores, hoy voy a explicaros cómo el dinero sí puede dar la felicidad.



Gasta en experiencias, no en cosas materiales. Nos adaptamos muy rápido a las cosas materiales nuevas. La Play 4 está bien, pero tras una semana no nos da más diversión que la 3. En cambio, los recuerdos de las experiencias vividas nos siguen reportando felicidad incluso años después. Es más, la felicidad que nos reporta el simple hecho de recordar estas experiencias realmente no es tan menor a vivirlas.

Otra razón por la que comprar experiencias es una mejor opción es que éstas pueden compartirse más fácilmente con otras personas, las cuales, como veremos ahora, son nuestra mayor fuente de felicidad.


Usa tu dinero para beneficiar a los demás. El ser humano vive en sociedad. No es difícil entender que cuanto mejor sean las relaciones sociales entre nosotros más felices seremos.

Gasta sin que sea ninguna ocasión especial en amigos, como ya hemos dicho antes, mejor en experiencias. Dona a la caridad. Tendrá un fuerte impacto en la gente que reciba esos regalos y donaciones. Más allá del hecho de que el regalo/ donación valga X, va a mejorar de forma sustancial esa relación social, lo cual impacta positivamente en nuestra felicidad.


Compra muchos placeres pequeños en vez de pocos placeres grandes. Cuanto más novedoso, sorprendente, variable e incierto sea algo, más difícil es que nos adaptemos a ello y que, por tanto, no nos acabe aburriendo. Precisamente los pequeños placeres de la vida son los que mejor cumplen estos requisitos. No te cansarás nunca de tomar unas birras después de trabajar con tus amigos. Puede que haya alguna cerveza artesana nueva en la carta, o que venga ese amigo que hace tiempo que no ves, o que los solteros de turno te cuenten sus locuras del sábado noche. En cambio, cenar en tu mesa de cristal de Bohemia (no tengo ni idea si es realmente caro, en mi cabeza sí lo es), siempre será lo mismo.



Además existe un concepto llamado utilidad marginal decreciente. Comerte 2 kilos de gambas no te hará el doble de feliz que comerte uno. La utilidad que sacas del primero siempre será más grande. Somos más felices comiendo un kilo dos veces a la semana que dos kilos de una sola vez. Recordad, muchos pequeños placeres mejor que pocos grandes. 


Paga ahora, consume después. O lo que es lo mismo, retrasa el consumo placentero. Es decir, todo lo contrario de lo que una tarjeta de crédito nos da la posibilidad de hacer (consume ahora, paga después) y sus posibles malas consecuencias (acumular deudas, ahorrar poco, etc.).

Además hay otro motivo. Antes hablábamos del hecho de que recordar buenas experiencias pasadas ya era en sí mismo una fuente de felicidad. Pues bien, estudios demuestran que pensar en futuras experiencias es una aún mayor. Seguro que alguna vez has pensado en ello a la hora de preparar algún viaje, o de las ganas que tienes de que llegue algún día en especial.


Piensa en lo que no estás pensando. Y en lo que no estás pensando es en los pequeños detalles. Éstos tienen una importancia mucho más grande de lo que parece en nuestra felicidad. A todos nos puede parecer una buena idea comprar una casa gigante al lado de la playa, ¿no? Nadie piensa en las caravanas  de vuelta a la ciudad, ni en los miles de mosquitos que allí habrá, ni en las críticas que recibirás cuando te canses de invitar a la gente a tu casa de la playa, ni si tendrás vecinos molestos. Lo sé. Son pequeños detalles. Y sí, vas a comprar la casa igualmente aunque haya mosquitos. Pero es que precisamente ahí radica una gran parte de nuestra felicidad, en los pequeños detalles del día a día.  

No compares demasiado. Cuando comparamos mucho a la hora de comprar un determinado producto a menudo nos alejamos de los atributos que realmente nos reportan felicidad de ese producto en cuestión.


Y por último, presta atención a cómo consiguen felicidad los demás. La mejor manera de saber si algo nos va a gustar es saber cuánto ha gustado a los demás. Lee las opiniones de la gente a la hora de comprar cosas o experiencias.


Personalmente recomiendo leer el paper entero, ya que en él salen ejemplos de estudios de campo realizados para cada uno de los apartados anteriores, lo cual ayuda a entender todos estos consejos mucho mejor.  

Por mi parte, nada más que añadir. Ah, sólo una cosa más. Si me conoces, ¡cómprame algo! ¡Serás más feliz!


2 comentarios:

  1. Depende, yo interpreto la frase de distinta manera.
    "El dinero no da la felicidad" seria equivalente a "A más dinero, no necesariamente más felicidad".
    Tanto en el sentido que tú das de gastarlo bien, como en el sentido del esfuerzo que representa ganarlo. Merece la pena trabajar 5 horas extra al dia para ganar 10€ más? o mejor trabajar las 8 horas y pasar las otras 5 disfrutando de família, amigos, entorno, experiencia, etc.

    Depende, no se puede generalizar pues hay demasiadas cosas a tener en cuenta.

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    1. La entrada va enfocada a cómo gastas el dinero que tú ya tienes, y que si lo haces bien, vas a ser más feliz, nada más.

      Por profundizar un poco en lo que tú comentas. Hablas de que hay más factores, como por ejemplo el de tomar la decisión entre trabajar más horas o disfrutar de más ocio. Te preguntas, "merece la pena trabajar 5 horas extra para ganar 10€?" ¿Y por 20€?¿30?

      Pues depende. Los individuos perciben una determinada utilidad (felicidad, si quieres) dada por dos cosas; por un lado el tiempo de ocio del que disfrutan, y que tú bien comentas, y por otro la capacidad de obtener bienes (o servicios). El post va por este segundo factor, y es que precisamente no es cierto que el tener dinero para comprar cosas en la realidad se transforme directamente en utilidad para la gente. Hay que gastarlo bien.

      Al final la decisión de trabajar más o menos horas vendrá determinada básicamente por el salario percibido. Cuanto más alto sea, más grande será el coste de oportunidad de no trabajar. Aunque esto no quiere decir que siempre que el salario sea más alto vamos a trabajar más horas, ya que no sólo se produce un efecto sustitución, también se produce un efecto renta (como tengo más dinero, puedo comprar más ocio).

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