lunes, 17 de febrero de 2014

Made in Bangladesh: Dumping social

Después de unas semanas en las que he tenido esto un poco abandonado, aquí va la primera entrada post-exámenes, mi primera reflexión como economista. Suena cojonudo eh?

Después de la entrada de David relacionada con el fútbol, como también la fue la primera de Dani, llevaba uno días dándole vueltas, pensando que podía escribir yo en relación al fútbol. En mi círculo más cercano hablar de fútbol supone hablar del  Athletic y su entorno, y últimamente gran parte de las conversaciones acaban deliberando en el nuevo San Mamés. Ya tenía comienzo para la nueva entrada, aunque finalmente la reflexión acabase mucho más lejos de Bilbao y del fútbol.

No les daré el gusto (por lo menos por ahora) a aquellos que esperan oír un alegato en contra de la construcción del nuevo estadio de la boca de un Athleticzale. Me centraré en las formas y no en la necesidad. Y es que hace algunos días me llegaba esta foto y me pareció que tenía mucha historia por detrás, que no era un simple parado en busca de empleo.


Una vez más, y como casi siempre sucede en la CAV (comunidad autónoma vasca), la obra pública se le concedía a las empresas vinculadas al PNV (INBISA Construcción, Acciona, Altuna y Uria y Murias). Tratos entre gente que ante todo se preocupa por el bienestar de los vascos y las vascas. No contentos con el cacho del pastel que se llevaban estas empresas, decidieron contratar a trabajadores extranjeros para poder discutir los costes en mano de obra y maximizar así su beneficio. Se habla de jornadas de doce horas, siete días a la semana y por un sueldo de 600-900 euros.

Esta misma estrategia la siguen las grandes empresas transnacionales, llevando partes de su producción a países del tercer mundo para abaratar así  los costes de la mano de obra mediante una reducción de las condiciones laborales. Es decir, estas empresas que habituarme residen en los países más ricos, imponen más condiciones laborales que los ciudadanos de su país no aceptan, pero sí lo hacen los de los países más pobres. A esta práctica se le denomina dumping social.

El término dumping hace referencia a la práctica monopolística de discriminación de precios. Práctica que consistente en vender un mismo producto a precios diferentes en distintos mercados. En su uso corriente, el dumping consiste en vender en los mercados exteriores un producto a un precio inferior al de ese mismo producto en el mercado interior, incluso por debajo de su coste de producción.

Por lo tanto si hablamos de una discriminación en las condiciones laborales, hablamos de dumping social. Y es una discriminación  que no ocurre de forma esporádica, las legislaciones promovidas por los políticos europeos y nacionales como un modelo de negocio de libre mercado normal están detrás de todo esto.

Quizás sea más fácil de entender con un ejemplo real. Inditex, grupo multinacional español, opera casi 5.000 tiendas bajo las marcas Zara, Zara Home, MassimoDutti, Bershka, Stradivarius, Pull & Bear, etc. Pues En Bangladesh, 223.000 personas trabajan indirectamente para Inditex. Aquí el salario medio de un trabajador textil ronda los 31€ al mes. Y no es algo que únicamente suceda en Bangladesh, pues el 44,7% de los proveedores de Inditex son asiáticos. La empresa fundada por Amancio Ortega, como tantas multinacionales textiles, se aprovechan de las legislaciones de estos países para implantar las condiciones laborales mencionadas. De esta forma pueden mantener su competitividad y sus precios de venta lo más reducidos posibles. Resumiendo, se enriquece a costa de la miseria de los trabajadores asiáticos.

Y es precisamente esto lo que Altuna y Uria S.A. ha hecho en la construcción de San Mames Berria. Y así seguirá siendo en Bilbao, en Bangladesh y en Pakistán mientras las instituciones responsables sigan apostando por mercados laborales cada  vez más globalizados y sobre todo más desregularizados.

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