jueves, 31 de octubre de 2013

Fagor y el Cooperativismo


24 de octubre de 1844, Inglaterra. Un grupo de 28 trabajadores, 27 hombres y 1 mujer, de la industria textil de la ciudad de Rochdale que se habían quedado sin empleo tras una huelga constituyeron una empresa a la que llamaron Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale y a la cual aportaron cada uno la cantidad de 28 peniques.

Así surgiría lo que hoy en día conocemos como empresa cooperativa. Son empresas que, como el resto de los tipos de empresa tradicionales, están sujetas a factores de competencia, gestión y rentabilidad, pero que a diferencia de éstas, donde el capitalista, dueño de la empresa, aporta los factores productivos y el asalariado aporta su trabajo, en las cooperativas los trabajadores son socios mayoritarios de la empresa (más del 50%).


De esta forma, su objetivo final no es la de obtener el máximo beneficio, sino la defensa de los intereses de sus miembros. Así mismo este modelo de empresa va asociado a unos valores éticos como son la equidad y la solidaridad entre trabajadores o la responsabilidad y el esfuerzo propio.

Karl Marx decía que, con su trabajo, los obreros creaban un valor sobre los factores de producción del burgués, pero éste no pagaba todo el valor que se había creado y se quedaba una parte de el gratuitamente. A esta cantidad la llamaría plusvalía. Lo que en gran medida ocurre con las empresas cooperativas es que esta plusvalía desaparece y el trabajador se apropia de todo el valor que ha creado con su trabajo.

Mondragón

La corporación Mondragón es el mayor grupo cooperativo del mundo, y pese a que tiene su origen en Euskal Herria, actualmente está extendida por el resto de España y por los cinco continentes.

Es innegable, pero, que en el camino recorrido hasta el la situación actual se han perdido muchos de los valores del cooperativismo. Se han perdido valores en gran parte debido a la magnitud de la corporación dentro de un mercado capitalista, magnitud que ha traído un modelo de poder y de toma de decisiones en el que los socios tienen ya poco que decidir. Sin duda esto implica una pérdida de alicientes personales hacia la empresa y por lo tanto hacia la mentalidad de “haga lo que haga voy a ganar lo mismo”.

La apertura a nuevos mercados, la entrada de profesionales de otras empresas, la creación de cooperativas de segundo grado de las cuales ejerce de propietario, entre otras, son algunas de las medidas que la cooperativa ha ido tomando. Por poner un ejemplo, Eroski (Mondragón) compró en el verano de 2007 la cadena catalana de supermercados Caprabo por la digna cantidad de 975 millones de euros. Al final resulta que la empresa Caprabo, que en el momento de la compra no estaba muy fina, solo iría de mal en peor.

Fagor

Fagor, fabricante de electrodomésticos de línea blanca (frigoríficos, lavadoras, lavavajillas, hornos...) y que es miembro de la corporación Mondragón está actualmente en una situación alarmante. Ha instado preconcurso de acreedores. Dicha figura es la antesala de la suspensión de pagos. Entre los damnificados están 10.000 pequeños ahorradores vascos que invirtieron 185 millones de euros en participaciones preferentes, que por lo que parece serán los útlimos en cuanto a la preferencia a cobrar ¡Qué irónico!

El origen del derrumbe de Fagor radica en que sus ventas están muy ligadas a la construcción, que como sabéis está de capa caída, y a la irrupción de empresas asiáticas a precios muy bajos. Es necesario entender que aunque sea una empresa cooperativa, está participando en un mercado capitalista y que por lo tanto es vulnerable a sus fluctuaciones como cualquier otra empresa tradicional.

¿Y ahora que?

Sean las que sean las causas del desplome de Fagor, lo que está claro es que los 1800 trabajadores de Fagor se encuentran ante una incertidumbre alarmante sobre su futuro. Además, teniendo en cuenta que la cooperativa se ha configurado social y económicamente en Mondragón, donde se han desarrollado sólidos mecanismos de funcionamiento interno, la caída de Fagor podría traer un efecto domino sobre los demás miembros.

Actualmente Fagor está creando planes de viabilidad para el futuro, intentando buscar una solución interna al problema. Se encuentran en un proceso de negociación con la corporación para decidir como afrontar este derrumbe de forma conjunta. Está por verse como acabará esto, cual de las diferentes aplicaciones del principio de solidaridad de la cooperativa se dará. Lo que sí parece claro es que al ser los trabajadores, de una forma u otra, los que deciden la gestión de la empresa, la soluciones que se den serán mejores para los trabajadores afectados en comparación con los casos de las grandes empresas capitalistas que recientemente han echado el cierre.

Además de las soluciones internas, como puede ser la reubicación de los empleados de Fagor en otras empresas de la corporativa Mondragón, la participación de las instituciones públicas en este problema parece necesaria. Sin duda las instituciones vascas deberían involucrarse en su lucha contra el desempleo, pero vista la pasividad que arrastran los últimos años... Parece que las únicas ayudas públicas están destinadas a nuestra gran amiga la banca.

Una cosa tengo clara, al contrario de muchas opiniones oportunistas que últimamente están saliendo, lo sucedido con Fagor no es síntoma de la falta de eficiencia del cooperativismo, pero si participamos con las normas del juego del capitalismo, ésto es algo que puede pasar.

Estamos ante una situación en la que el sistema no nos da alternativas, situación que se acentúa si hablamos de los jóvenes. No solo es una pequeña parte de la juventud la que no tiene opciones de encontrar un trabajo, si no que el que lo tienen sienten que se tiene que dar con un canto en los dientes por estar explotas, con unas condiciones laborales pésimas. Es hora de crear nuestras propias alternativas, juntarnos, organizarnos y salir adelante. Para ello crear cooperativas es una magnifica opción.



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